
Para magia, la que hace Willy con el chocolate: inolvidables esos diminutos pájaros de chocolate que cantan y despliegan sus alitas antes de ser engullidos. Hablando de canciones, los Ooompa Loompa también cantan, y muy bien.
Todos tienen la misma cara, con un peinado-moño hacia atrás y unos coloridos trajes de charol apropiados para acompañar a una Blancanieves un tanto dominatrix.
No hay tarea que se les resista a estos laboriosos empleados, y sin duda la fábrica funciona gracias a ellos.. además son capaces de organizar crueles venganzas sin que se les mueva un pelo del moño: el pobre gordito glotón, ahogado en chocolate; la niña insoportable comedora de chicle, lapidada por miles de ardillas…
En su edición original, los Ooompa Loompa eran pigmeos africanos y la obra fue acusada de racista (con toda la razón, ya que eran esclavizados y tratados como animales); así que, en sucesivas ediciones, desaparecieron como pigmeos para convertirse en blanquecinos hippies, y su origen africano se recicló en un reino imaginario. Y es que siempre hay que tener cuidado con lo que denominamos "cultura popular"; damos por hecho ciertos prejuicios muy hirientes para los colectivos afectados, y perpetúan un concepto de superioridad muy trasnochado. Además, introducidos en tramas infantiles son aún más peligrosos, pues los prejuicios están revestidos de inocencia. Tim Burton les devolvió un oportuno color tostado, pero parece que esta vez no levantó mayor polémica, imagino que porque ellos participan entusiásticamente de las labores que les propone el director de la fábrica, saciando de paso unos deseos de venganza que sus miraditas maliciosas delatan… vamos que simpáticos, lo que se dice simpáticos, no son...
La película está basada en la novela del mismo nombre de Roald Dahl, escritor que cuenta con numerosas obras para el público juvenil. Pero, una vez la historia ha pasado por las manos (y los ojos) de Tim Burton, resulta difícil visualizarla de otro modo..
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